El 2024 ha sido el año de los incendios forestales en México. En lo que va del año se han registrado 5,482 incendios forestales en el país, según información del Servicio Meteorológico Nacional.
A finales de mayo pasado el Diario Marca informó que 228 incendios forestales ya habían devastado más de 64 mil hectáreas en Oaxaca; y a la fecha, la Comisión Estatal Forestal (Coesfo) ha contabilizado 25 incendios, 14 de ellos activos y 5 bajo control. Buena parte de la vida en las tierras de la Mixteca, la Sierra Mazateca, la región de Flores Magón y los Chimalapas está entre las brasas.
Después de las quemazones, la vida en esos territorios sigue caminando sobre los rescoldos. Mientras las cenizas vuelan a los cuatro vientos, en los diarios nacionales y locales se entrecruzan los datos y las cronologías del desastre. Mientras algunos incendios se extinguen y otros surgen, las comunidades afectadas se organizan para remediar los daños. Muchas han salido adelante con sus propios esfuerzos y recursos.
Es el caso de la comunidad de Asunción Etla, que presenció impotente la cremación de “El Llanito”, un espacio de casi 5 hectáreas por el que la comunidad literalmente metió las manos al fuego. Los pobladores recuerdan que aquel lugar forma parte de sus afectos. Allí, en “El Llanito”, estuvo uno de los primeros zoológicos de Oaxaca y las primeras oficinas de Cultura y Recreación, hoy Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca.
Desde hace poco más de tres meses, una gran parte de la población de la Agencia de Asunción Etla, junto con sus autoridades, ha realizado trabajos comunitarios para reparar los daños causados por el incendio forestal en ese paraje.
Mientras trabajan en tequios para limpiar el camote del carrizo que quedó en la zona, los pobladores respiran profundo y relatan que antes, a un costado de “El Llanito”, corría el agua de un río y, mucho antes, todo “El Llanito” era una laguna. No cabe la menor duda de que, después del incendio del día 28 de febrero de 2024, “El Llanito” quedó hecho polvo y tierra, poblado únicamente por las raíces de los carrizales quemados por las llamas.
Allí, como dejó dicho el poeta Octavio Paz, “El sol no se bebió el lago / no lo sorbió la tierra / el agua no regresó al aire / los hombres fueron los ejecutores del polvo / el viento / se revuelca en la cama fría del fuego / el viento / en la tumba del agua / recita las letanías de la sequía”.
La convocatoria de las autoridades para reunirse y hacer un tequio con el fin de evitar que la zona vuelva a arder fue espléndida. Durante varias semanas, cientos de personas han acudido a limpiar la zona con sus herramientas. Las madres llevaron a sus hijos y las abuelas a sus nietos para que aprendieran la lección con el ejemplo. Las comunidades de Oaxaca saben que cuando llega la desgracia y no hay recursos, ni ayudas ni consuelo, les queda el “Tequio”.
Como sucede en todos los casos de vida y muerte, allí el incendio, la muerte y la futura resurrección de “El Llanito” atrajo a los seres queridos, a los vecinos, a los avecindados e incluso a los extraños; personas todas con formaciones diversas, pero con una misma preocupación: el medioambiente. Tal es el caso del artista plástico Manuel Miguel, quien tiene su taller en esta localidad, a unas cuadras del lugar donde ocurrió la desgracia. Él y su equipo se sumaron para apoyar a la comunidad con maquinaria pesada y convocando a otras personalidades.
Para empezar a resarcir los daños causados por las llamas, la comunidad de Asunción Etla se ha trazado como meta realizar la reforestación de este espacio entrañable.
A convocatoria del maestro Manuel Miguel y la comunidad, la fecha para esta reforestación es el domingo 16 de junio a las 7:00 horas en el mismo paraje. Los requisitos son llevar herramientas y árboles de alguna de las siguientes especies: morera blanca o mora, coquito o clavellina roja, fresno, ceiba o pochote, primavera, macuil, palo de águila, tepehuaje, framboyán, pata de vaca, lluvia de oro, tronadora, almendro o guaje. De modo que, muy pronto, “El Llanito” en llamas será también un bello panteón de los recuerdos.