OPINIÓN | Varias manos alzadas. Sólo una silla presidencial – Tribuna Pública

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Al igual que en la Física, en materia electoral, los tiempos son relativos. La carrera por la Presidencia de la República en 2024 comenzó desde el 2018, porque quienes desean asumir la silla presidencial, a lo largo de la administración morenista, han manifestado con sus actos la intención de ser considerados para la próxima elección que renovará al Ejecutivo Federal.

Directa o indirectamente, López Obrador, ha dejado entrever su predilección por Claudia Sheinbaum; empero, también el cobijo se ha dirigido al Secretario de Gobernación, Adán López Hernández, y en menor medida, al Canciller Marcelo Ebrard.

El Presidente de la República, ha externado en varias ocasiones que serán las bases de Morena, a través de un proceso democrático, quienes decidan quién será su sucesor o sucesora; sin embargo, en un discurso contradictorio, el Primer Mandatario, también ha externado que él “elegirá” quien debe continuar con su “transformación” nacional. ¿Serán las bases de Morena quiénes decidan a su futuro o futura candidata? ¿El partido creado por López Obrador, repetirá los mismos vicios del dedazo practicados por el priismo del siglo XX? Ya lo veremos.

Y, si en Morena, internamente ha comenzado a organizarse para 2024, lo mismo sucede con la oposición. En este sentido, la semana anterior, los tres dirigentes del PRI, PAN y PRD, han asegurado que serán coalición, en 2023, para las gubernaturas de Coahuila, del Estado de México y, muy probablemente, para el 2024; lo cual se ve muy complicado porque ¿quién será el candidato idóneo?

El Presidente Nacional del PRI, Alejandro Moreno, se ve muy decidido en competir por la Presidencia; así como pintan las cosas, estaremos ante una verdadera negociación política, porque quien intente ser el candidato, tendrá que persuadir que es el mejor candidato. Por el contrario, si deciden ir cada quien por su lado se cumplirá aquella máxima: “divide y vencerás”.

Hablando de priistas, el que también alzó la mano, no desde ahora, sino hace algún tiempo es el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat. ¿Pretende ser candidato del PRI? O, como sucede en estos tiempos contradictorios, donde los principios, valores e ideologías institucionales, “valen un cuerno”, porque lo importante es llegar a la “silla”, sin tomar en cuenta el color del partido.

¿Considera que Alejandro Murat posee méritos para competir por la candidatura a la Presidencia de la República? En primer lugar, él, junto con su partido perdieron la gubernatura de Oaxaca de forma humillante, Jara obtuvo más de 30 puntos sobre el candidato del PRI.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, realizada por el INEGI durante 2021, el porcentaje de confianza en el gobierno estatal encabezado por Murat obtuvo el 38.5%, porcentaje que ubica a Oaxaca entre las entidades federativas con el nivel más bajo.

Oaxaca se ha convertido en una entidad federativa en la cual se incrementaron los feminicidios; de acuerdo con Ges Mujer “Rosario Castellanos”, van 62 en lo que va del 2022 y, en atención al Consorcio para el Diálogo Parlamentario, de 2016 a la fecha se han cometido 641.

Sin olvidar lo índices altos de violencia, inseguridad, corrupción, bloqueo de calles, escasez de agua, obras inconclusas, ausencia de transparencia gubernamental, violación a derechos humanos… que heredará este gobierno priista a la próxima administración.

A pesar de los raquíticos resultados y la solución contundente a los diversos problemas sociales que aquejan a Oaxaca, el gobernador Murat, tiene confianza en ser candidato rumbo al 2024, para solventar, lo que no pudo resolver en tierras oaxaqueñas.

Como sucede en cada víspera electoral, aun cuando faltan dos años y medio, resulta que quienes aspiran al 2024 tienen la fórmula secreta para solucionar de tajo los problemas, dicen ser la mejor opción argumentando que poseen una moral intachable y son un dechado de virtudes.

En México si se pregunta quien está apto para gobernar, inmediatamente, se alzarían miles de manos para ocupar un cargo de elección popular, aseverarían que poseen la pócima secreta para “salvar a México de la corrupción y la pobreza”. Es insoslayable comentar que, muchas de esas manos, en algún momento ya han formado parte de algún gobierno, y en muchos de los casos, con resultados negativos. Desafortunadamente, en política no siempre están los mejores.

Siempre que escucho las aseveraciones de quienes compiten para un cargo de elección popular, evoco los relatos históricos del político romano Cincinato o del primer Presidente estadounidense, George Washington. Ambos personajes renunciaron al ejercicio del poder aun cuando sus partidarios les propusieron ejercerlo de forma vitalicia.

En el caso de George Washington, primer Presidente de Estados Unidos de Norteamérica, que gobernó entre 1788 a 1797; al terminar su segundo periodo de gobierno le ofrecieron gobernar para un tercer periodo, incluso perpetuarse de forma indefinida, situación que rechazó, seguramente porque quería evitar los antecedentes monárquicos de la corona inglesa. En la historia mexicana, un ejemplo de sencillez política se encuentra José María Morelos y Pavón, quien rechazó el título de “Alteza Serenísima”.

Desde luego, no pretendo decir que nadie debería alzar la mano para gobernar, la autoconsciencia debe dictar si somos capaces para dirigir las riendas de un municipio, una entidad federativa o un país.

Al final, usted, tiene la mejor opinión…

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