Opinión | Mi familia, mi libro y yo – Tribuna Pública

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En caso de que tenga descendientes le pregunto, ¿Cuántos libros han leído de enero a la fecha?, ¿destina tiempo para leer con sus hijos e hijas?, ¿cuántos minutos, en familia, se lee en casa?, ¿acostumbra a obsequiarles en sus cumpleaños alguna obra literaria? Le formulo estas preguntas, porque desde 1967, cada 2 de abril, se conmemora el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil.

Esa fecha la eligió la Organización Internacional para el Libro Juvenil con motivo del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen, quien vino a este mundo un 2 de abril, pero de 1805.

Bajo la premisa que los valores no se enseñan, sino que se practican, el gusto por la lectura se fomenta cada día, tarde, fin de semana; es decir, desde y en familia. Es seguro que si una niña o niño observa que su padre, madre, abuelo, abuela…, destinar tiempo para sumergirse en las páginas de los libros, habrá una persona lectora en potencia.

Algunos estudiantes con los que he tenido la posibilidad de interactuar en el aula me preguntan ¿Cómo puedo adquirir la disciplina para leer diario?

Les respondo que, como todo hábito, éste no se consigue intentando leer en un día un libro voluminoso o la mayor cantidad de cuartillas posibles. Por lo regular, mi respuesta viene acompañada de una analogía.

Al igual que el realizar ejercicio, la lectura surge por una necesidad de no quedarse rezagado o por sentirse bien; es decir, las personas se ejercitan por amor propio, a lo mejor no tanto por salud, sino por estética.

Las personas se motivan a adentrarse en las páginas de los libros para comenzar una conversación o tener algún tema de interés, sea con un docente o con alguna persona especialista en el tema. Lo que es innegable es que, la lectura consolida canales y temas de conversación con otras personas de a pie.

¿Qué sucede cuando una persona quiere realizar en un solo día toda la actividad física que no realizó en una semana o un mes? En algunos casos, las personas “valientes” realizan un par de días más la misma actividad física, pero después desisten porque sus músculos resienten el ejercicio.

En este caso, las personas abandonan el ejercicio porque esa actividad está acompañada de dolor físico. Lo mismo sucede con la lectura, si en un día, una persona joven o adulta intenta leer todo lo que no leyó en días, meses o años; el resultado será que abandonará el gusto por los libros.

En este sentido, recomiendo que quienes comienzan a fomentarse el hábito por la lectura, inicien con obras pequeñas, de lenguaje compresible. Es necesario recordar que, la calidad de un libro no está peleada con la extensión de éste; por ejemplo, “El Principito”, escrito por Antoine de Saint-Exupery.

Otro consejo que aporto a quienes me insisten en les aconseje técnicas de lectura es que, destinen minutos diarios para leer el libro de su elección. Al igual que una relación de noviazgo, los tiempos deben ser de calidad y no de cantidad, de nada sirve destinar una, dos o tres horas para leer, si cada minuto la o el lector están distrayéndose con el celular.

En estos consejos no hay formulas secretas, se pueden destinar desde 5 o 15 minutos por día para leer, porque eso es lo que tu atención te solicita; las horas de lectura diarias vendrán cuando seas una lectora o lector consolidado.

Puedes comenzar con estos libros para comenzar con el hábito de la lectura: Colmillo Blanco, La cabaña del tío Tom, Las aventurad de Huckleberry Finn, Rebelión en la granja, entro otros cuentos.

Salvo contadas excepciones, la mayoría de las personas que adquirieron el hábito y gusto por la lectura, no comenzaron a temprana edad por leer, a lo largo de su vida fueron desarrollando esta actividad intelectual, por lo que nunca es tarde para sumergirse en la magia de los libros.

Como siempre, al final, usted tiene la mejor opinión…

Eduardo Bizuet

  • Ex Defensor de las Audiencias de la CORTV. Licenciado en Derecho, maestro en Derecho Constitucional y Administrativo, maestrante en Ciencias de la Educación. Desde 2010, es docente en las áreas de Derecho, Ciencias de la Comunicación, Ciencias Políticas, Ciencias Sociales y Económico-Administrativas.

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