A más de dos años de que se notificara por primera vez en Wuhan, China (31 de diciembre de 2019) el brote de Coronavirus (Covid-19), en el mundo no hay certidumbre de cómo se originó esta enfermedad, aunque de manera oficial se insiste en que se trata de una zoonosis viral emergente, es decir que, se trata de una enfermedad propia de los animales silvestres y que se trasmitió a los seres humanos, siendo el mercado mayorista de mariscos de Wuhan el posible punto cero, aunque no se ha precisado su fuente original primaria, la cual sigue siendo una hipótesis.
Y es que, ante la falta de conclusiones sobre el origen del virus SARS-CoV-2 o Covid-19, la humanidad en su conjunto vive bajo incertidumbre, lo que hace que esta indefinición también sea un factor que sigue cobrando vidas, pero, además, la clase política y los modelos económicos parecen no actuar en función del interés público, o bien, se confirma su perversidad y manipulación social para perpetuar el imperio del capital.
Es evidente que la ciencia médica y la biotecnología tienen avances muy importantes, sin embargo, es momento que no dan certeza de la hipótesis científica.
Mientras que, por el otro lado, la hipótesis del complot sigue sumando adeptos y se manifiestan en rechazo a la tecnología celular de la quinta generación (5G), o se niegan a vacunarse, inclusive hay quien se vacuna y se le presentan reacciones leves o de mayor gravedad, adjudicando el desequilibrio de la salud a la vacuna. Esto y mucho más genera la incertidumbre, por no tener una teoría probada de manera científica.
Estamos atrapados entre las dos hipótesis, y aunque la hipótesis científica parece tener mayores argumentos y obligación legal y moral, sigue sin contundencia en cuanto al origen. Lo que si ha demostrado la ciencia médica es el funcionamiento de la proteína spike de SARS-CoV y SARS-CoV-2 en su alineación y la secuencia de aminoácidos, con lo que los científicos y los laboratorios han desarrollado las más de 15 vacunas emergentes. Según Domínguez y Bedolla (2020), un virus es una cápsula inerte que encierra material genético, DNA o RNA. Cuando el virus, por pura casualidad aleatoria, se acerca a una célula específica para la que su cubierta de proteína tiene capacidad de contacto, puede desencadenar una serie de procesos que terminarán con la destrucción de la célula y la multiplicación del virus original.
Por su parte, el Dr. Tedros Adhanom, Dir. Gral. De la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostiene que, esta es una pandemia que se puede controlar. Los países que decidan renunciar a medidas fundamentales de salud pública, pueden acabar enfrentándose a u problema mayor y a una carga más pesada para el sistema de salud, que requiera medidas aun mas severas de control.
En lo que si hay consenso, es en que la emergencia ambiental y el cambio climático, son eventos que favorecen la aparición de estas pandemias y que, si no actuamos a tiempo, es muy probable que en corto o mediano plazo, se disparen otros virus o enfermedades que pueden ser cada vez más letales. Por ejemplo, en el derretimiento de los glaciares, se están liberando virus que habían estado atrapados por millones de años, y que no se sabe su efecto en el espacio abierto. Sin embargo, los planes de desarrollo de muchos países no han ajustado sus políticas públicas al diagnóstico y evidencias sobre la emergencia ambiental, se siguen privilegiando los combustibles fósiles, se sigue contaminado el agua, se siguen haciendo los cambios de uso del suelo para agricultura industrial, se sigue generando un alto volumen de residuos sólidos (basura), con lo que estamos llevando al colapso al sistema planetario.
Además, en el caso del covid-19, tratándose de una zoonosis, se debería atender la parte veterinaria, sobre todo estas cadenas de animales domésticos, más aún ahora que se ha privilegiado la convivencia familiar con las macotas; donde, según el INEGI, 57 de cada 100 hogares mexicanos tienen una mascota, donde los caninos representan el 85 %, con una población nacional de casi 20 millones. Por lo que se debería considerar un control integral del covid-19, así como a otras enfermedades zoonóticas virales que se trasmiten a partir de los animales y la conservación de la naturaleza.
Por lo que se requiere de una interacción más estrecha y vinculante entre la medicina humana y la veterinaria para evitar la aparición de nuevas pandemias propiciadas por zoonosis, y lo mas importante, se debe plantear una solución con enforque integral, sostenible y con responsabilidad ética.
Esteban Ortiz Rodea
- Es Ingeniero Agrónomo en la especialidad de Bosques, por el Instituto Tecnológico Agropecuario no. 7 de Morelia, Michoacán; estudio la Maestría en Gestión Pública Aplicada, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, actualmente es Doctorando en Sostenibilidad en la Universidad Centro Panamericano de Estudios Superiores (UNICEPES). Fundador de la Confederación de Organizaciones Campesinas del Estado de Oaxaca (COCEO); Regidor de Agricultura, Ganadería y Ecología de Matías Romero; Secretario Municipal, Presidente Municipal Suplente y Asesor General en Matías Romero Avendaño; por nueve años fue Delegado Federal de la SEMARNAT en el estado de Oaxaca y de 2015 a 2018, se desempeñó como Contralor General del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO). Actualmente es docente en la Universidad el Medio Ambiente y Ciencias Aplicadas (UMAC), consultor ambiental, forestal y en administración pública y privada.